Durante el programa de Beto Ortiz en Willax de este ultimo viernes 16 de abril, una candidata aún desconocida para la mayoría de los peruanos se enfrentó al poder como ningún otro político había hecho antes. Zaira Arias, candidata al congreso por Perú Libre, hizo justicia con sus propias manos en frente de millones de telespectadores. Empezó sin pelos en la lengua, dirigiéndose a Beto con un adjetivo adecuado para un “miserable”. Fue una golpiza, una ducha en frio para este periodista sin vocación ni honor. La realidad de sus propios actos fue expuesta al desnudo, dejándolo en la nada. Cuando él mismo sabía que difamaba y debía rectificarse, la realidad lo laceró como un bloque de cemento golpeando su quijada.

Si el lector aquí presente vio la transmisión en vivo o la grabación de este incidente, sabra perfectamente de qué hablo. Existen pocas palabras para describir eventos como estos, que marcan un antes y en después en la percepción de un objeto, en este caso, un programa de televisión. Esta incapacidad de reportar lo sucedido no es a causa de la desidia del escritor, menos aún de las limitaciones del lector. El escritor podría describir el evento al mínimo detalle y hasta explicar su contexto, pero el evento siempre se nos va de las manos. Nada puede compararse con la primera impresión de un evento que expone algo prohibido por los discursos lingüísticos que definen nuestro mundo. Algo prohibido que no nos revela una verdad oculta, sino la interdicción misma del soberbio conocimiento de la verdad.

Algunos indican que la actitud de Zaira representa una falta de educación y buenos modales por su persona, e indican que debió comportarse como una dama en frente de un dulce reportero… Siempre me he preguntado a qué se refieren con esta buena educación. ¿Es esta acaso una educación que nos hace seres libres y autónomos, o una que nos mantiene dóciles y sumisos? El lector cultivado sabrá que estamos discutiendo dentro del terreno foucaultiano de las estructuras de poder que definen nuestra subjetividad. ¿No es acaso la actitud de Zaira el mejor ejemplo de resistencia contra las estructuras patriarcales, racistas y clasistas que reprimen nuestra sociedad? Muy simple sería afirmar esto sin mencionar la frase autoritaria dicha fuera de cámaras por Zaira al final de este altercado: “Vamos a ganar y tu programa y tu persona se van a tener que retirar”

Aunque sea difícil de aceptar, la opresión de una sociedad no es puesta en libertad con la simple ruptura de las cadenas que conforman los discursos de poder. La libertad es posible cuando una nueva represión—un nuevo conjunto de leyes—es elegida para sacudir el yugo de la opresión. En el caso de Zaira, la prohibición propuesta a Beto fue muy clara: si sigues difamando cancelaremos tu programa. No fue una propuesta afirmativa que declara conocer la verdad de cierta realidad. Fue una propuesta que más bien niega la vocación de Beto Ortiz por hacer de las sombras realidad y de las mentiras verdad. Sin embargo, Zaira sobre todo reveló cómo la libre expresión pierde su libertad cuando Beto, sabiendo que difamaba, no quiso retractarse, y al contrario, prefirió callarse para satisfacer su ego en vez de respetar la verdad.

Si existe ejemplo de acto ético, es lo hecho por Zaira en el programa de Beto. No solo fue un acto ético porque se enfrentó al poder mediático de una televisora y de las conservadoras estructuras de poder peruanas, sino especialmente porque expresó la interdicción necesaria para la existencia de una prensa libre, arriesgándolo todo en el acto, sin pensar en las consecuencias. No podemos saber lo que pasa en su mente, si actuó para inflar su ego o no, pero sabemos que actuó comprometidamente sabiendo que este acto de valentía podría no beneficiar a su partido en la segunda vuelta. Pero ¿no es esto mismo lo que representa Perú Libre, un partido radical que no piensa escribir una hoja de ruta para moderar su verdad y así hacer felices a los opresores? Obviamente, Zaira es partidaria de Perú Libre que de alguna forma u otra tiene la valentía de declarar las nuevas leyes que definirán al nuevo Perú, que tendrá como prohibición central la injusta explotación contra otros seres humanos que por mucho tiempo ha sido practica y obra definitoria de la peruanidad de hoy en día.