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Es lo que hay

En el Perú, como en todo país neocolonial, no existe esa clase conservadora que representa los valores tradicionales de una comunidad, así como las hay en otras culturas con legados ancestrales. En el Perú existe una clase conformista que encarna el espíritu del último hombre Nietzscheano — la antítesis de todos los valores más altos que una persona puede alcanzar.

Publicado: 2020-12-05

Luego de la épica destitución de un golpista, un usurpador como era Merino, y de que un grito de gloria haya resonado por toda la nación, algo nuevo y prometedor comenzó a emerger inconscientemente entre todos los peruanos. Una nueva patria se hacia sentir gracias a el poeta que tomó las riendas de esta nación. Pero como toda poesía que no rima con su ideología, la ilusión de una unidad nacional se desvaneció antes del medio día.         

Dentro del caos político que se vivió esta semana, volvieron las viejas divisiones entre progresistas y conservadores. La falsa unidad nacional anti-golpista, anti-Merino, comenzó a fracturarse por las demandas de un grupo de personas cuya lucha representa un cambio radical en la sociedad peruana. El desmoronamiento de esta farsa que a veces solo el fútbol puede crear se manifestó en la retórica de los que semanas atrás apoyaban causas progresistas. La frase que a mi parecer fue la más interesante salió de boca de la radicalmente independiente Rosa María Palacios.

Sabiendo que muchos trabajadores de las agropecuarias deseaban justíca laboral y un aumento de salario, RMP dijo lo siguiente: “Yo quisiera ganar más también, pero es lo que hay”. ¿Esto acaso forma parte de la retórica conservadora? No. En el Perú, como en todo país neocolonial, no existe esa clase conservadora que representa los valores tradicionales de una comunidad, así como las hay en otras culturas con legados ancestrales. En el Perú existe una clase conformista que encarna el espíritu del último hombre Nietzscheano — la antítesis de todos los valores más altos que una persona puede alcanzar. Por ende, no debe ser extraño a nuestro mundo este conformismo que muchas veces se ve expresado con la burda frase, “es lo que hay”.

El conformismo se expresa de muchas formas. La más común, y más trágica a su vez, es la de una felicidad enmascarada, la del sonso alegre. Cuando lo que hay no es suficiente, solo queda sonreírle a la vida… diría un sonso alegre. Pero, ¿es RMP una sonsa alegre? Con la inteligencia abrumadora de una oficinista que conoce de pies y cabeza los artículos de la constitución, RMP aparenta no ser una sonsa alegre. Sin embargo, seria imposible saber lo que realmente pasa en su inconsciente. Lo que sí podemos afirmar es que su retórica reproduce, especialmente con la ya mencionada frase, una camada de sonsos alegres que niegan su deseo para conformarse con lo que hay, con el statu quo. Esta negación del deseo (como razón practica), de lo que quisiéramos algún día exista en nuestro mundo, no es nada más que pereza moral.

En un país tercermundista, conformarse con lo que hay no solo es una estupidez, es un pecado capital. No hay que ser marxista para entender esto. Dentro de los mismos valores cristianos, según Wikipedia, “La pereza (en latín, acedia) es el más «metafísico» de los pecados capitales, en cuanto está referido a la incapacidad de aceptar y hacerse cargo de la existencia de uno mismo”. Relegar nuestro deseo — nuestra libertad — a la “normalidad”, al estado de las cosas como se nos presentan, sin el deseo de laboral la materia para crear un mundo distinto, es el pecado más grande y obsceno que puede existir en el universo.

Lo que “hay” en el Perú no satisface a nadie, y todo sonso alegre lo sabe.


Escrito por

Rizomático

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