¿Será este el fin de Trumplandia?
Como algunos sabrán, hoy los estadounidenses decidirán el rumbo de su nación para los próximos cuatro años. Luego de casi media década de continuos escándalos, que parecían más salidos de un reality show que de la casa blanca, las urnas decidirán si se grabará una segunda temporada o si este espectáculo finalmente será cancelado. La responsabilidad de esta gran decisión esta en las manos del pueblo norteamericano que al parecer se divide más y más por el transcurso del tiempo, como si existieran dos naciones con dos realidades divergentes.
Aunque las encuestas favorecen con un gran margen al candidato demócrata Joe Biden, nada esta seguro. En el 2016, las encuestas predijeron una virtual victoria para la demócrata Hillary Clinton; sin embargo, como todos deben saber, las encuestas fueron engañosas. En el 2016, Trump movilizó a una gran cantidad de personas a las urnas que nunca habían votado en las elecciones. Tal vez un escenario similar es posible, y existan votantes en las sombras como en el 2016.
Nada esta seguro, especialmente porque en los Estados Unidos no gana el candidato con mayor voto popular como en el Perú, gana el que obtiene más votos electorales. Una breve forma de explicarlo es esta: cada estado, dependiendo de su población, tiene una cantidad de votos electorales, así que el que gana los suficientes estados para llegar a los 270 votos electorales automáticamente gana las elecciones. No obstante, el problema central que muchos discuten es si Trump dejará el poder si hoy Biden gana las elecciones. Muchos descartan un golpe de estado dado a que Trump no tiene control del ejercito, así que un golpe es poco probable. Sin embargo, eso no significa que no ocurrirán acciones violentas, provocadas por algún grupo paramilitar pro-Trump (de los cuales, lamentablemente, hay decenas).
Aunque Biden gane las elecciones y Trump deje la casa blanca, el fantasma populista de Trump seguirá acosando el mundo por años. Hoy en día, su espiritu pervertido existe dentro de gran grupo de personas creyentes en la teoría conspirativa de QAnon. Según esta conspiración, Trump esta luchando contra el estado profundo, el cual esta conformado por una red de demócratas pedófilos, caníbales y santicos... Podrá parecer algo exagerado, pero es algo que muchas personas creen. Hay que tener en cuenta que este grupo marginal comenzó a popularizarse desde el comienzo de la pandemia—desde que muchas personas se aislaron con el internet como su única conexión con el mundo exterior—. Si a esto le añadimos cuarentenas y uso de mascarillas obligatorias, no seria extraño que los grupos libertarios anti-estado se hayan incrementado aún más. Y que decir de las protestas de Black Lives Matter en búsqueda de justicia racial. La derecha extrema tiene dentro de su realidad alterna todas las justificaciones para hacer alguna barbaridad, solo para poder preservar su querida Trumplandia—una fantasía que sobrevivirá las elecciones y seguirá corroyendo el mundo por muchos largos años—.
A pesar de todo esto, no deberíamos descartar la posibilidad de ver una segunda temporada en un futuro cercano; tal vez con otro personaje, tal vez con una locura aún más descabellada. Lo que es claro es que las divisiones del pueblo norteamericano son síntomas de un sistema económico en quiebra y un gran sistema ideológico que trata de mantener el sueño americano acosta de la realidad. La locura de mantener a muchas personas de la clase trabajadora con la fantasía de una nación aún imperial que vela por los suyos, es una locura a punto de explotar. Es una locura que nos debe importar a todos en el mundo, porque esta locura se niega a enfrentar nuestros problemas existenciales; se niega a ver la pandemia del coronavirus y el calentamiento global como algo real y potencialmente letal. Esta atroz locura, totalmente desconectada de la realidad, es definitivamente un peligro para la humanidad, ya que se rehúsa a contemplar lo absurdo de su fantasiosa existencia... Bueno, por los menos esta locura seguirá produciendo material para los psiquiatras y comediantes hasta que la demencia barra con todo y solo quede algún día reír de lo absurdo que todo esto fue.