No nos confundamos. No hablo de Hernando de Soto, el conquistador que se hizo amigo de Atahualpa para enseñarle a jugar ajedrez después de capturarlo; hablo de Hernando de Soto, el economista que se hizo amigo de los indígenas amazónicos para enseñarles a jugar “monopolio” después del Baguazo.  

Para los que no están enterados, Hernando de Soto ha confirmado su postulación a la presidencia por Avanza Perú. Querido por la derecha, odiado por la izquierda, Hernando es sin duda alguna una novedad para la campaña electoral, ya que no es usual ver a un intelectual como candidato a la Republica (algo realmente irónico si lo pensamos un poco). Sin embargo, siento la necesidad de corregir las falsas impresiones que algunas personas tienen de Hernando de Soto… No señores, como él mismo lo ha dicho, él es un hombre de izquierda como de derecha. Sé que esto llega a confundir a muchas personas, ¿cómo puede ser de izquierda y de derecha a la misma vez? Sé que muchos lo tildarán de hipócrita, o de oportunista, ya que sabría que ningún candidato ganará las elecciones con una retórica de derecha en un país tercermundista. Sé que muchos ven un populismo a lo Fujimori en de Soto, pero déjenme decirles que Hernando de Soto no es ningún populista, Hernando es un comunista enmascarado. Sí querido lector, le repito si no puede releerlo, ¡Hernando de Soto es un comunista enmascarado! Solo miren esa barba, por favor, esa barba no es neoliberal, esa barba es terrucaza.

Sé que algunos dirán: pero si de Soto solo defiende a las empresas y sus títulos de propiedad. Sí, lo entiendo, ¿pero no creen que es un poco ingenuo para un intelectual de su estatura creer todavía en el libre mercado y el progreso occidental? No, no creo que de Soto sea tan idiota; podrá ser idiota, pero no tan idiota… Hernando de Soto es un hombre inteligente, por eso pienso que Hernando es un “aceleracionista”. ¿Qué significa esto? Aceleracionismo, significa acelerar las contradicciones del sistema, así de simple. Cómo no podríamos notar una cierta aceleración cuando Hernando quiere acelerar la formalización del sector “informal”. Obviamente, como el gran intelectual que él es, debería estar sumamente consciente de los problemas inherentes a formalizar lo que es imposible de formalizar. Hernando es lo suficientemente inteligente para saber que la lógica del capitalismo global existe como tal dado a que existe otra región que no puede ser incluida dentro de su cúpula. De esta forma, es claro cómo acelerar la formalización (por la cual el gobierno protege el contrato social de todos los individuos) implicaría un cambio radical del sistema capitalista global; una revolución que tendrá sin duda alguna a Hernando de Soto como su líder...

Sé que algunos no están aún convencidos con los propuestos argumentos, pero déjenme decirles que yo creo en Hernando de Soto; yo creo que su corazón y su intelecto realmente están con el pueblo peruano que él tanta ama… No, no, él no es el clásico populista que quiere hacer felices a todos, especialmente a los más poderosos. Él realmente es el candidato que todos esperábamos en medio de esta pandemia, ya que obviamente no implementará las mismas medidas neoliberales que desde el gobierno de Fujimori vienen ignorando al sector publico, especialmente al sector salud... Seria una lastima ver al sector salud en ruinas luego de esta pandemia, pero tal vez el ingenuo sea yo, tal vez Hernando tiene planeado acelerar las contradicciones del sistema para crear el caos necesario que propiciará un cambio real.

Para los que no pueden reconocer una sátira cuando leen una sátira, quisiera decirles que todo lo escrito en este articulo es una sátira que trata de revelar atreves de la exageración lo absurdo de este personaje político cuyo nombre simboliza la conquista de un pueblo que nunca llegó a liberarse completamente, ya que los cuentos chinos de un chino ya por más de dos décadas exacerbaron su inhibida soberanía. Irónicamante, Hernando dice que el Perú pierde su soberanía cuando no puede explotar una mina, pero mantiene en silencio la pérdida de soberanía del pueblo en manos de mineras y otras entidades parasitarias que por cientos de años poco interés han tenido en reinvertir lo extraído en la comunidad.